martes, 18 de agosto de 2009

BUGATTI 35 (1924 - 1931)



PURA SANGRE



Los caballos y los automóviles fueron las dos pasiones de Ettore Bugatti. Poseía un semental gris llamado Niebla, diseñaba sus radiadores en forma de herradura... Su obra maestra, el Tipo 35, fue concebido (como un potrillo) para ganar carreras. Y... las ganó todas. Era un autentico “pura sangre”.



Técnico genial (a veces vanguardista, otras obstinadamente conservador), empresario esplendido (gastaba el dinero sin pudor ni precaución), patrón caprichoso (unas veces comprensivo, otras despótico) Ettore Bugatti era, ante todo, un artista. Por genética (su padre era ebanista, su hermano escultor) por placer (su mujer cantaba opera) y, en el fondo… por orgullo. En sus obras buscaba (y logró) la alianza suprema de la técnica y la estética, de la eficacia y la belleza, sin preocuparse apenas por el coste (el precio de un Tipo 35 era 10 veces el de un Citroen) y nada por la dificultad de fabricación.

¿El arte por el arte? No, porque además sus bólidos ganaban todas las carreras. El 35 debuto en el Gran Premio de Europa (Lyon, 1924) y solo logro el 7º puesto, pero desde entonces las victorias se sucedieron (¡mas de 1000 solo en las temporadas 1926-1927!), proporcionando a la marca un palmares aun hoy insuperado. ¿Secreto?. Una gran eficacia (motor central delantero, peso mínimo, llantas de aleación, dirección, frenos), una continua escalada de potencia (35: 2 l, 100cv / 35 T: 2’3 l, 110cv / 35 C: 2l, compresor, 120cv / 35 B: 2’3 l, compresor, 130 cv), y también... ¡una presencia abrumadora!. Mas de 300 unidades fabricadas si contamos el 35 A, la versión de carretera (“course imitation”) que rendía solo 75 cv y llevaba faros, guardabarros y... llantas de radios, pero costaba menos de la mitad que sus hermanos y permitió a muchos aficionados medirse con los campeones (Nuvolari, Chiron, Costantini, Materassi) y… cubrir sus ausencias.

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