viernes, 5 de agosto de 2011



Título: Los Pitufos 3D
Título original: The Smurfs
Dirección: Raja Gosnell
País: Estados Unidos, Bélgica
Año: 2011
Fecha de estreno: 29/07/2011
Duración: 86 min.
Género: Comedia, Familiar, Animación, Fantástico
Calificación: Apta para todos los públicos
Reparto: Neil Patrick Harris, Jayma Mays, Hank Azaria, Jonathan Winters, Katy Perry, Alan Cumming, George Lopez, Paul Reubens, Kenan Thompson, B.J. Novak
Guión: David N. Weiss, J. David Stem
Web: www.smurfhappens.com
Distribuidora: Sony Pictures
Productora: Columbia Pictures, Sony Pictures Animation, Kerner Entertainment Company

Cuando el malvado brujo Gargamel echa a los diminutos Pitufos de su poblado, estos emprenden un fantástico viaje desde su mágico país hasta el mundo real, aterrizando en mitad de Central Park. Mientras se adaptan al entorno, esquivan a los humanos y huyen de Gargamel, los Pitufos tendrán que encontrar el camino de regreso al dulce hogar antes de que sea demasiado tarde.

Esta es la primera adaptación que se realiza en 3D de 'Los Pitufos', una historieta creada por el dibujante belga Peyo a finales de los años cincuenta y que ya hemos visto anteriormente tanto en el cine como en la televisión.


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FICHA TECNICA
TÍTULO ORIGINAL Captain America: The First Avenger
AÑO 2011
DURACIÓN 125 min.
PAÍS [Estados Unidos]
DIRECTOR Joe Johnston
GUIÓN Christopher Markus, Stephen McFeely (Cómic: Joe Simon, Jack Kirby)
MÚSICA Alan Silvestri
FOTOGRAFÍA Shelly Johnson
REPARTO Chris Evans, Hugo Weaving, Hayley Atwell, Sebastian Stan, Tommy Lee Jones, Stanley Tucci, Toby Jones, Neal McDonough, Derek Luke, Natalie Dormer, Richard Armitage, Dominic Cooper, Samuel L. Jackson
PRODUCTORA Marvel Studios / Paramount Pictures
WEB OFICIAL http://captainamerica.marvel.com/
GÉNERO Acción. Fantástico | Superhéroes. Cómic. Marvel Comics. 3-D


SINOPSIS
Nacido durante la Gran Depresión, Steve Rogers creció como un chico frágil en una familia pobre. Horrorizado por las noticias que llegan de Europa sobre los nazis, decide enrolarse en el ejército; sin embargo, debido a su precaria salud, fue rechazado una y otra vez. Enternecido por sus súplicas, el General Chester Phillips le ofrece la oportunidad de tomar parte en un experimento especial. la "Operación Renacimiento". Después de administrarle el “Suero Super-Soldado” y bombardearlo con “vita-rayos”, el cuerpo de Steve se hace perfecto. Posteriormente, es sometido a un intensivo programa de entrenamiento físico y táctico. Tres meses después, recibe su primera misión como Capitán América. Armado con un escudo indestructible y su inteligencia para la batalla, el Capitán América emprende la guerra contra el mal, como centinela de la libertad y como líder de los Vengadores.


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Matadero de Personas

El matadero es un lugar, donde se hacen atrocidades con la carne. Se rebana con brutalidad, y se da muerte a muchas almas. El matadero es el terror en sí. Las personas caminan hacia el matadero cuando saben que morirán. El matadero es donde yacen los más terribles miedos, y la muerte misma. El matadero representa el dolor en todo el sentido de la palabra. Es el lugar donde yace el sufrimiento, y la realidad sobrepasa a la pesadilla. El matadero, es el fin de todo lo que conoces. Prepárate para encaminarte hacia el matadero, donde todo culmina.

La noche estaba inquieta. Los relámpagos atronadores, centelleaban en el cielo. En lo más profundo del campo oscuro, cubierto por frondosos árboles, dividido por caminos de tierra, se encontraba una vasta y antiquísima hacienda. Y como se decía que en el campo no había luz eléctrica, la penumbra de la hacienda era atenuada por las escazas velas distribuidas por las infinidades de habitaciones. Anastasia, una de las jóvenes hijas de los patrones, recorría los pasillos, dirigiéndose hasta su cuarto para conciliar el sueño, a eso de las doce de la noche. Pasó frente a la habitación del abuelo Eustaquio. La puerta estaba cerrada, pero podía distinguir la voz del abuelo. Ingresó al cuarto, y los niños estaban reunidos ahí, ante el abuelo Eustaquio, quien les relataba una de sus historias, las cuales siempre eran recibidas con entusiasmo por los infantes. Pero Anastasia, pensaba que estas historias les perturbaban el seso a los pequeños.

Abuelo, ¿Ya les estás llenando de cosas la mente a los niños?
¡Calla Anastasia!, que a ellos les encantan mis historias.
¡Sí! –respondieron todos al unísono, mirando enfadados a la tía Anastasia.
Los niños ya deberían estar durmiendo... ¡A acostarse!
¡No, Anastasia! Después de relatarles una de mis historias favoritas, recién entonces se irán a dormir. Están conmigo.
¡Ya!, ¡Abuelo comienza la historia! –exclamó uno de los niños.
No niños. No les vas a trastornar las mentes con tus historias de terror abuelo.
¡Anastasia vete! ¡No me des órdenes, soy tu abuelo!, ¡Te doblego en la edad y la experiencia, niña sin respeto! –respondió el abuelo golpeando la mesa. Los niños abrían bien los ojos.
¡Ay abuelo! –protestó Anastasia. Salió de la habitación, enfurecida, dando un fenomenal portazo que se sintió a lo largo de toda la hacienda.

Bueno niños, ahora si podremos compartir la historia tranquilamente. Ustedes ya son hombrecitos, y no se asustan fácil, ¿Verdad?
¡No! –exclamaron todos.
Esta historia se llama… “El matadero de personas”…

1969… Talagante. Santiago de Chile.

Todos los televisores en las casas estaban sintonizando la llegada del hombre a la luna. La noche era oscura y nublada. No se veían ni los astros ni las estrellas. A las afueras de Talagante, hace un mes aproximadamente, se había alzado un matadero. Pero los desagradables olores que surgían del edificio, pronto comenzaron a molestarle a la gente, quien inició protestas, hasta que el matadero fue cerrado. Y en los meses siguientes, comenzaron a aparecer extrañas historias, de desapariciones dentro del matadero abandonado. Grupos de jóvenes se internaban en el lugar, para quedarse hasta altas horas de la noche, o consumir drogas. Pero no se les volvía a ver más, por lo que la gente comenzó a creer que el lugar estaba maldito. Y ya nadie se atrevía a entrar.

Recuerdo que caminaba por sobre la maleza, en los terrenos donde se ubicaba el matadero, cuando pasamos por el frente, y mi grupo de amigos comenzaron a lanzarle piedras a las ventanas, tirándoles abajo los pocos pedazos de vidrio que les quedaban.

Uno de ellos con piedra en mano, preguntó:
¿Creen que de verdad el matadero está maldito?
Pues ha habido desapariciones. Y eso está comprobado. Si no está maldito, algo raro hay allí –respondió alguien. Una nueva piedra destrozó una de las últimas ventanas que quedaban.
Debe ser un lugar asqueroso… Imagínense, carne descompuesta por todos lugares.
Pero también es un buen lugar para pasar desapercibido. He oído historias que criminales se han escondido allí.
¿Pero y de qué sirve si no salen más del lugar?
Tienes razón.

De pronto, sentí una inmensa sed cuando vi a uno de los de mi grupo extraer una botella de ron de su chaqueta. La destapó, y no tardé en pedirle que me alcanzara la botella, pero cuando hizo esto, alguien lo detuvo. El cabecilla del grupo.
Si quieres de esto, deberás hacer algo primero. Debes entrar al matadero.
Vamos no bromees, tengo bastante sed. Mi garganta está seca –respondí.
¿Qué sucede? –Me miró burlón ¿Tienes miedo?
Le dirigí una mirada de odio.
Sabes muy bien, que no le temo a nada.
¿Y si es así por qué no quieres ir?
Le arrebaté la botella de un manotazo. Sediento y furioso, la bebí en cuestión de segundos. Arrojé lejos la botella vacía, y me dirigí decidido hasta el edificio, mientras les decía:
No se atrevan a venir por mí. No le temo al matadero…
Distinguí como murmuraban tras mío. El ron había estado añejo, tal como me gustaba.

El lugar despedía un olor infernal. Me tapé las narices con la muñeca, mientras observaba los alrededores. La forma en como mis camaradas lo habían descrito, no estaba tan lejos de la realidad. Había fétidos pedazos de carne descompuesta, en cantidad, esparcidos por las murallas. Las máquinas para desgarrar las carnes estaban sucias y manchadas en sangre, así como el suelo. Las sierras asesinas estaban detenidas, pero más afiladas que nunca. No había ni la más mínima luz, a excepción de la luz de la luna que entraba por la ventana. Recorrí el lugar a tientas varios minutos, hasta que en una esquina, distinguí unas velas depositadas en el suelo. Me incliné a recoger una, para iluminar mi camino, cuando distinguí unas cabezas de niños ensartadas en unos afilados palos. A pesar de mi eterna frialdad, no pude evitar sorprenderme. Para una persona normal, aquella imagen habría sido devastadora, le habría generado un trauma de por vida, sin duda. Iluminé los rostros de los niños con las velas. Estaban desfigurados, y la sangre de la herida en sus cuellos, donde el palo penetraba las carnes, estaba seca, como si hubieran sido mutilados hace un buen tiempo. Me alejé, escuchando gemidos y llantos de infantes. Supe de inmediato, que eran los espíritus de los niños que habían sido reducidos a cabezas decapitadas, los cuales sollozaban. Sin embargo, no temía. Recordaba un dicho que solía decir mi abuelo… “Témele más a los vivos que a los muertos” Muy cierto.

Llegué hasta un pasillo en la penumbra. Pero me abrí mi camino iluminando con la llama de la vela. Luego de avanzar varios metros, fueron apareciendo candelabros colgados a los muros, con varias velas sobre ellos. Tras mío, había oscuridad total. Estaba bien internado en el matadero, y si alguien aparecía tras mi espalda, no tenía por donde correr, debido a lo estrecho del pasillo. Pero a medida que continué avanzando, divisé una puerta a mi izquierda, color carmesí. La puerta me llevó a una habitación de aspecto ceremonial. Había un gran candelabro colgando del techo, cortinas sobre las murallas, y distintos cuadros abstractos de aspecto perturbador. No tardé en percatarme, de que había alguien más allí. En el centro de la habitación, había dos pequeños en estado lamentable, desprovistos de vestimenta, tenían la cabeza calva, y estaban en seria desnutrición, al punto de que se le lograban ver las costillas. Eran pequeños, como de la edad de cinco años, y tenían las manos ensangrentadas, al igual que sus bocas, pues comían un pedazo de carne cruda y ensangrentada del piso. Me acerqué disimuladamente. No se lograban percatar mi presencia, pues estaban ocupados con el trozo de carne. En el muro frente mío, había una especie de ranura. Desde allí, observé a un tipo de cuerpo grueso y bestial, vestido como carnicero, que les arrojaba más pedazos de carne a los pequeños, como si estuviese alimentando a sus mascotas. Los hambrientos pequeños se lanzaban desesperados al trozo de carne, y sus labios se tenían de rojo. Pero quien les arrojaba las carnes, pronto se percató de mi presencia. Su rostro estaba cubierto por una tela negra, y me apuntó con su mano cubierta por un guante manchado en sangre, en forma de amenaza, luego desapareció de la ranura. Me acerqué a uno de los pequeños, y le acaricié la cabeza. Aún así no se percataban de yo estaba ahí, entonces salí de la habitación.

Continué avanzando por el estrecho pasillo, iluminado por los candelabros. El tipo gigante con ropas de carnicero ya había advertido mi presencia, y me imaginé que quizás podría haber más personas en el matadero, pero todo me resultaba muy raro. ¿Qué hacía esa gente allí? Si es que se le podía llamar así. Aquellos dos pequeños que había visto en la habitación anterior, parecían animales maltratados, además de que en su piel se podían distinguir severas heridas, como producidas por algún látigo y torturas. Al final del pasillo, llegué hasta un espacioso cuarto del matadero. El lugar parecía inmenso. Me dirigí a una ventana, y por allí observé los campos, donde se reunía a las reses, que serían ejecutadas. Pero como el lugar había sido cerrado hace meses, esos campos ahora yacían solitarios, bajo la noche. En el cuarto que me encontraba ahora, aparecieron dos gigantes deformes, tras mío. Uno de ellos sostenía un inmenso garrote con clavos, y el otro, un machete, ambos ensangrentados.
Diversas manchas de sangre también manchaban sus uniformes blancos de carniceros. Sus caras estaban desfiguradas, y su piel era similar a la piel de los muertos. Caminaron hacía mí con sus inmensos cuerpos, y sus ojos no tenían siquiera pupila, pero sus rostros llevaban una expresión de infinita furia. Divisé una puerta, e ingresé por ella rápidamente, mientras escuchaba sus feroces rugidos. No tardaron en aparecer tras de mí nuevamente, y comencé a correr por mi vida, por diversos pasillos y habitaciones iluminadas por los candelabros y velas, que parecían estar distribuidos a lo largo de todo el matadero.
Vi infinidad de niños más, algunos asegurados con gruesas cadenas, alimentándose de trozos de carne podrida, amarillenta. Luego, me encontré sin salida en una habitación. Los dos gigantes volvieron a aparecer. Había unas tablas cubriendo la muralla, la cual parecía desgastada. De una patada, derribé las tablas junto con la muralla, y surgió un nuevo camino ante mí, y aparecí en una inmensa habitación, con una larga mesa ubicada al centro. Y en los asientos, yacían varias siluetas cubiertas por capuchas rojas, y cuernos que emergían de sus cabezas. Sus rostros eran cráneos de cabras, y sus ojos eran rojos, como la sangre. Llegó hasta mi mente, la imagen de Satanás, el macho cabrío. Apenas estuve frente a ellos, todos me contemplaron. Uno de ellos, que parecía el líder, pues llevaba una capucha y cuernos que destacaban más que los demás, se levantó violentamente, me señaló y exclamó furioso palabras en una lengua desconocida. Ante su orden, todos se abalanzaron contra mí. Y a mis espaldas, aparecieron otra vez ambos gigantes. Me vi perdido.
Me sujetaron, y a la fuerza me condujeron fuera de la habitación. Me condujeron por más pasillos desconocidos, y comenzaba a sentir terror, por primera vez, demostrándome a mí mismo mi naturaleza humana. Por los pasillos que me conducían, sobre las murallas de estos mismos, había cuerpos adultos sacrificados, desprovistos de su piel, y desfigurados horriblemente. Algunos incluso desmembrados. Sentí pánico cuando oí una sierra emitir su estruendo, y también varios gritos infantiles de dolor. Pensé que había llegado mi hora. Que me habrían de ejecutar, de la peor forma que hubiera podido imaginar. Sin embargo, divisé una ventana que se venía acercando. Cuando pasé por el lado de la ventana, retenido por mis verdugos, sin pensarlo demasiado, rompí los vidrios con mi cabeza, y me lancé fuera, desprendiéndome de los brazos que me sujetaban fuertemente. Vi como el suelo se acercaba a mi rostro, y sentí un tremendo golpe. Después sangre por todos lados, y perdí el conocimiento.

Pero por instinto quizás, desperté justo cuando los dos gigantes venían a buscarme. Me había roto la mandíbula, y me sangraba horriblemente, pero ya me encontraba fuera del matadero, en los campos. Corrí a todo lo que daban mis piernas, y uno de los gigantes extrajo una escopeta, y me disparó en la pierna. Caí, pero aún así luché por mi vida. Corrí, y corrí, más rápido que nunca, desafiando mi propio cuerpo. Cuando ya no pude más, me detuve, y apenas podía respirar. Miré hacia atrás, y me percaté de que ya nadie me seguía. Pero no descansé ni cinco segundos, y continué avanzando, pues debía resguardar mi vida. Después de mucho escapar, me encontré en el lugar donde había empezado, donde estaban mis amigos. Ya nadie estaba allí, las botellas de alcohol estaban tiradas en el suelo. A lo lejos escuché más escopetazos.
El gigante de la escopeta, caminaba amenazante, y apretaba firmemente en su mano, unos cordeles de los cuales colgaban cabezas, que reconocí espantado. Eran las cabezas de mis camaradas, y llevaban aún la expresión de agonía. El gigante dio unos cuantos más escopetazos al aire, y me apuntó. Pero corrí con todas las fuerzas que me quedaban, y lo perdí, hasta llegar a la seguridad del pueblo, cuando ya daba el alba, para no volver nunca más a aquellos lugares…

¡Fin!
¡Abuelo Eustaquio, la historia ha estado genial! –exclamó uno de los pequeños deslumbrado.
Pero ahora tengo miedo de dormir… exclamó otro.
El abuelo Eustaquio le acarició la cabeza tranquilizándolo.
He dicho. Ustedes ya son hombrecitos, y los hombres no le temen a nada le dijo.
Y abuelo… ¿Qué sucedió con el matadero?
El abuelo Eustaquio contestó:
Se dice, que aún se encuentra por aquellos lugares… Pero ya nadie, sin excepción, se atreve a entrar… Pues, el matadero es el lugar que representa la muerte y el sufrimiento. Caminar hacia el matadero, es adentrarte en tu más grande pesadilla. En tus más grandes terrores. Es el lugar donde las carnes y las almas son desgarradas brutalmente. El lugar donde todo termina, y la compasión no existe. El matadero, es el hogar de la bestia. Es donde se le otorga la sangre de los cuerpos sacrificados. Allí es donde verdaderamente, el diablo habita. Es el lugar de Satanás.

Anastasia escuchaba tras la puerta. Luego, se retiraba a acostar dando furiosos pasos. La noche estaba silenciosa. Se acostó, y se arropó bien, para protegerse de los espíritus invisibles que rondaban en la oscuridad. Pues, aunque no aprobaba las historias del abuelo Eustaquio, sabía muy bien que el matadero, se encontraba no muy lejos de la hacienda. Y de sólo pensar en aquello, se estremecía entera, sentía miedo, y la invadía un gran escalofrío…

Miedo entre la verdad

Vivía con mi familia Carlos (mi hermano), mi madre y mi padre. Estábamos muy felices, todos unidos y alegres. Hasta que un día normal como otro, mientras estaba en mi trabajo, sonó mi teléfono. Lo ignoré, dado a que era un número extraño. Al cabo de un rato, lo cogí. Era un policía. Me dijo que me fuese inmediatamente al hospital.
Me dirigí rápidamente, dejé el coche mal aparcado, no me importaba que me pusiesen una multa, pero lo que yo quería saber era quién estaba en el hospital esperando mi llegada. Me acerqué apresuradamente y le pregunté a la recepcionista donde se encontraba Lucian Whisper (el policía que unos minutos antes me había llamado. En cuanto me vio, me reconoció, aunque extraño las circunstancias, dado a que a ese señor nunca lo había visto. Hizo que subiéramos hasta la última planta donde se encontraban las personas más enfermas del hospital.
Continuamos hasta que miré hacia una habitación y pude reconocer perfectamente el rostro mi hermano Carlos. Sin dudarlo me dirigí apresuradamente allí donde se encontraba conectado a muchas máquinas, y también a ambos lados de él se encontraban mi padre y mi madre. En aquel momento, la cabeza me empezó a dar vueltas y no supe nada más.
Me encontraba en la habitación del tío Harry, él estaba allí, pero me resultó raro verlo allí cuando había muerto hacía dos años. Lo vi en la cama, me dirigí hacia él, me agarró la mano y me dijo con los ojos bien abiertos:
Ten cuidado, algo sucede en...
Y con mi mano agarrada se quedó sin habla y murió.
Pegué un gran salto y supe que no estaba en casa, sino en algún lugar donde nunca había estado.Sabía que había sido una gran pesadilla, miré al frente y me encontré con Lucian.
Cómo te encuentras, Paris.
Soy Lucian, me recuerdas, la persona con la que estuviste en el hospital y después te desmayaste. Veo que no lo recuerdas, es normal, no te preocupes, hace una semana de eso.
¿Una semana? Cómo que la semana pasada si ayer...
Has estado muy grave durante una semana. Los médicos no sabían qué te pasaba y ahora te levantas así como si nada. Qué extraño.
¿Dónde está mi familia?
Ese era el asunto por el que te llamé hace unos días. Tu familia ha muerto.
Pero eso no puede ser, si me estaban esperando en la casa del tío Harry mientras yo le hacía una visita.
Me temo que no Paris. Los siento mucho, hoy por la tarde es el entierro. ¿Te encuentras bien como para venir?
Déjame sola, por favor.
Esperé a que Lucian saliera para poder recapacitar de todo lo que me había pasado en tan poco tiempo. Pero de nuevo se volvió a abrir la puerta de la habitación. Apareció mi hermano. Alucinada me volví hacia él.
Carlos, dónde estabas.
No obtuve respuesta, tan solo Carlos se volvió hacia la puerta y se fue.
Me sorprendí mucho y salí corriendo para seguirle, pero cuando llegué al pasillo solo me encontré a Lucian sentado en un banco. Muy asustada me fui hacia el policía para decirle que acababa de ver a mi hermano pero me desplomé en el suelo.
Veía la silueta de mi hermano detrás del biombo que teníamos para separar una habitación. M e acerqué y lo vi sentado en su dormitorio tranquilo como solía estar en los días de vacaciones. Entonces él me miró y me dijo:
No digas nada sobre lo que ocurrió ayer o del contrario, te pasará algo muy malo.
Creo que alguien estaba empujándome para despertarme y supe nada más abrir los ojos que se trataba de un médico y a su lado se encontraba Lucian con una cara de sorpresa.
¿Vas a ir al funeral, es esta tarde o te encuentras mal para ir? Ya casi es la hora.
Cómo. Pero si hace menos de media hora que me dijiste que era esta tarde.
Eso es exacto, pero han pasado ocho horas desde que te desplomaste y te diste con el banco, te hiciste una brecha en la cabeza y perdiste el conocimiento.
Creía que no era verdad, pero lo que sí que era cierto, era que tenía pequeños abultamientos en la cabeza, los puntos.
Un tanto mal, me puse de pie y con Lucian delante mía, nos fuimos al cementerio. Al entrar me encontré con tres ataúdes. Iban a empezar a enterrarlos y muy sobresaltada sobre si mi hermano estaba allí los detuve.
Un momento, no pueden enterrar a Carlos, está vivo.
Qué dice, señorita, su hermano está ahí dentro dijo señalando el ataúd, el sepulturero.
No es cierto, el vino a visitarme cuando yo estaba en el hospital.
Perdone señorita pero vamos a dar comienzo al entierro dijo un sacerdote.
Después de una larga hora y media de sufrimiento, me dirigí sola y sin nadie hacia mi casa. No tenía familia, amigos o alguna persona que me acompañase en tan trágico suceso.
Llegué a mi casa y por un instante pude identificar una sombra móvil que se vino hacia mí. Sin darme cuenta la sombra entró dentro de mí y no vi nada más, solo escuché una lejana voz.
Te lo avisé, avisé, avisé.