viernes, 15 de abril de 2011

Una extraña historia

Cuernavaca, Morelos. Paso un día normal, dos empleados (vamos a llamarlos Alberto y José), salían de su trabajo en una plaza mas o menos conocida. Ellos trabajaban todo el día, pues la empresa donde laboraban así lo exigía. El cansancio se les veía en los ojos, y sus músculos ya no daban para mas.
Salieron de su lugar de trabajo, caminaron un poco pues lo único que querían era llegar a su casa, Alberto se la pasaba criticando a su jefe, pues para el resultaba una maldita explotación trabajar todo el día, José en cambio lo tomada todo con mas calma y a cada queja el respondía con un chiste.
Cuando pasaban por la sucursal de Mc Donalds de Plan de Ayala, tomaron la decisión de que tenían que tomar un descanso antes de continuar a su destino, Alberto se sentó en la banca, donde es bien sabido que en cada banca de Mc Donalds, hay un inofensivo muñeco de Ronald, ahí esta con su sonrisa y con un brazo extendido invitándote a tomarte una foto con el.
Alberto estaba ahí descansando y José estaba parado junto a el, reían y bromeaban entre ellos, Alberto disfrutaba de una lata de coca cola. José le contaba chiste que de sobra sabia que le encantaban a Alberto, pues no paraba de reír en cada chiste.
De repente Alberto bostezo y se estiro, cuando volvió a su posición normal dijo:
Estoy muy cansado
Sin que ninguno de los dos lo esperara, una voz extraña y cavernosa le respondió:
Yo también
Ambos intercambiaron miradas de asombro, ¡El payaso había hablado! ¡Había movido la boca! Demasiado tétrico para soportarlo. El pobre Alberto cayó allí mismo, victima de un infarto fulminante. José huyo despavorido, no daba crédito a lo que acababa de escuchar. Se desploma en su loca carrera. Despierta en un hospital, lo único que atina a decir es:
Payaso habló, lo juro
Cae en un coma, y muere días después. Cuando recogen el cuerpo de Alberto que yace inerte junto a la tétrica figura surge una nueva incógnita...

La amó tanto pero tanto...

Cogió sus manos. Delicadas, tibias... tan frustrantes. "No lo hagas" le pidió con voz quebrada "No lo hagas por favor..." pero no pasó lo que él esperaba. Ella soltó su mano y lo miró a los ojos, él se dio cuenta de aquel par de brillantes luces marrones, ojos marrones... tan mentirosos. "Es tarde" dijo ella. Con una sonrisa fingida cogió el bolso... se fue caminando. Y ahí quedo el. Solo, frustrado. Le había dado todo lo que ella le había pedido. Regalos, tiempo... su vida. Entonces lo invadió la cólera. La tristeza, el inmenso odio. Odio hacia aquella delicada figura femenina, odio hacia esos ojos marrones, odio a esa boca rosada que le dijo "Te amo" una noche. Odiaba esos brazos que antes se aferraban a él. Y esperó.

Esa misma noche se puso una capucha. Corrió por las calles como una sombra enfurecida. Vio las luces de su habitación prendidas. Esperó al momento de atacar. Mientras sentía el frío de aquella noche, los ojos se le humedecieron un poco. "Yo te amaba" se dijo, destrozado "Te di todo ¿Porque me traicionaste?" se lamentaba, lleno de odio. Las luces se apagaron. Y ahí estaba. La vio salir de su puerta con el cabello suelto. Se iba a ver a la persona que lo había reemplazado. La maldijo, aún con los ojos humedecidos. La siguió sin que ella se diera cuenta. Podía sentir su caro perfume en el ambiente de aquella noche, sentía el taconear de sus zapatos, sentía... su respiración.

Se acercó a un callejón. El sabía que había llegado el momento. Salió de las sombras como un infernal monstruo. La mató. Si... claro que la mató. Y mientras la golpeaba sentía las lágrimas correr por sus mejillas. Sentía el odio salir por los poros. Sentía como su dignidad se rebajaba hasta los infiernos. Vio el cuerpo inerte de su antes amada. Sus ojos marrones congelados en una expresión de culpabilidad y miedo. Se sentó al lado del cadáver, se apoyó en la pared. "Yo te amaba" se dijo mientras seguía llorando amargamente "Me lastimaste...y tu turno ya pasó" pensaba en silencio. Se levantó y dejó el cadáver tirado en el suelo, como un papel, como una bolsa cualquiera. Le mandó una última lastimera mirada... y se fue, contando mentalmente, lo que faltaba para el amanecer.

El hotel del Mississippi

Hace 200 o 300 años en una mansión cerca del río Mississippi, vivía una familia muy adinerada descendientes de un fundador de la región.
Un día la señora de la casa, invitó a unas amigas a merendar en su preciosa casa. Una de las criadas, quiso escuchar lo que decian y puso la oreja en la pared de la habitación donde se encontraban las señoras.
El señor de la casa la vió y la cogió con rábia y desprecio por el brazo hasta llegar a la cocina. Llamó a tres criados más y entre ellos inmobilizaron a la pobre mujer. El señor cogió un cuchillo y lenta y dolorosamente le cortó la oreja. Sus palabras fueron: " Eso solo te lo hago para que aprendas a ser menos cotilla, si lo vuelves a hacer ya sabes lo que te haré"
La mujer aún sangrando se encerró en el sótano y se puso a llorar desconsoladamente. Muy enfadada y dolida, quiso hacer venganza.
Compó unas setas venenosas en el mercado y las colocó dentro de una tarta que luego sus amos comieron. La señora y una de sus dos hijas murieron en el acto. El señor y la otra pequeña, como no comieron demasiado no se envenenaron. Al cabo de unos días el señor con la ayuda de siete sirvientes cogieron a la "asesina" la ataron con unas cuerdas y la colgaron del árbol más grande del jardín.
Años después la casa se convirtió en un hotel y muchas personas que se hospedaron allí aseguran haver visto a una niña pequeña sentada en un sofá llorando desconsoladamente. Otros afirman haberse sentado en el banco de debajo del árbol donde colgaron a la criada y ver a una mujer de color que les empuja y les hace caer del banco con una fuerza y un odio increíbles.
Muchos empleados del hotel también han notado presencias "fantasmales" en muchas de las salas del hotel y hasta un técnico paranormal que se hospedó en una de las habitaciones hizo unas fotografías del tejado de la casa donde se pueden ver una niña y una mujer sentadas allí y con la mirada perdida.
El hotel está abierto y todo el que quiera lo puede visitar.
¿Os atrevéis a pasar una noche allí?